sábado, 25 de diciembre de 2021

Cuidado con lo que deseas...

Porque puede hacerse realidad...

Seguro que habréis oído esta frase infinidad de veces; yo también, pero, hasta ahora, no había comprobado su veracidad. 

Hasta en dos ocasiones.

Habréis leído en entradas anteriores cómo hacía referencias a mi estado de salud, bajas, meses de hospitales por delante, etc. NO voy a hablar aquí de una enfermedad que por desgracia, está en mente de todos y de la que no apetece hablar en estas fechas tan señaladas. 

Por cierto, ¡Felices fiestas! Que las paséis rodeados (a metro y medio) de vuestros seres queridos y extremad la precaución, por favor, no hay mejor regalo. 

Volviendo al tema del que no quiero hablar... Sabéis que en la primavera de 2020 comencé mi andadura como escritor, con la ilusión de iniciar un proyecto nuevo que llevaba años posponiendo por falta de tiempo. Un tiempo que nos fue concedido a todos en forma de confinamiento. 

Es curioso, fue la primera vez que dispuse de tiempo para dedicarlo a la novela sin pedirlo. Las otras dos veces en las que se me concedió, sí que lo «deseé».

Llevaba dos meses escribiendo, investigando, formándome, etc. todo lo necesario para escribir una novela, que, como ya sabéis, no es nada fácil; y un bendito día pensé: 

Ojalá pudiera tomarme un año sabático para escribir... >>> A los dos meses me diagnosticaron un linfoma. Ahí tienes tu año.

Después de un año exacto de baja, con la novela terminada y de vuelta a mi «nueva normalidad», me encuentro con la corrección del libro que, dicho sea de paso, no es una tarea sencilla, por muy bien que escribas. No es que vea recomendable el uso de un corrector profesional, lo veo imprescindible para presentar a los lectores un buen trabajo. Puedes leer veinte veces un mismo capítulo que no te darás cuenta del error hasta que no te lo diga un corrector que lo verá a la primera. No porque no lo veas, sino porque tu mente está tan metida en la historia que no te paras en esos errores, mientras que alguien ajeno a ella los ve a la primera. 

Como decía, en plena corrección pensé:

Ojalá pudiera tomarme unos días de descanso estas navidades para corregir... >>> Hace un par de días, positivo en COVID. Ahí tienes tus días. 

Será casualidad, pero yo, por si acaso, ya no volveré a pedir tiempo... esta nochevieja, cuando esté solo, sentado en mi mesa delante del portátil viendo las uvas online, pediré SALUD. Salud para compartir el tiempo que tengo con los míos, salud para ver mis proyectos hechos realidad, salud para ver crecer a mis hijos y salud para amigos y familiares, aquellos a los que ahora oigo a través de una pared.

Leed siempre.

martes, 16 de noviembre de 2021

¿Quién soy?

 ¡¡Nunca lo sabréis!!

Bueno... seguro que sí... es más, si investigáis un poco seguro que lo averiguáis, pero me hacía ilusión empezar este post con esta frase desafiante..

El caso es que conforme pasaban los días y las palabras aumentaban en el contador, me dije «Vaya, pues tiene muy buena pinta... Ojalá todos tuviesen la oportunidad de leerlo»

Quería que cualquier persona que leyese el libro lo hiciese por la historia, por lo que ocurre en el interior de sus hojas, porque cuando leyese el título y la sinopsis le apeteciese leerlo, no por quien lo hubiese escrito. Así que decidí no desvelar quién soy.

Breve inciso: Soy una sola persona... no tres, y soy hombre. 

A la hora de elegir un seudónimo tienes muchas opciones, desde uno que «mole» hasta un nombre común que no tenga nada que ver con el tuyo. Finalmente, uno separado en tres partes fue la elección:

B.: De Bastian, el protagonista «real» de La historia interminable.

S.: Inicial de varios apellidos familiares.

Pérez.: Apellido familiar.

Una vez aceptado y asimilado el seudónimo, me dispuse a crear todo el entramado necesario, (correo electrónico, perfiles en redes sociales, mensajería, etc.). Quizá no me gane muchos seguidores con lo que voy a decir ahora pero... dije que iba a ser sincero y a contarlo todo y a ello voy:

Comencé por twitter, subiendo rápidamente el número de seguidores espuma; los llamo así porque se van muy rápido... son esos que te añaden para que les añadas, y a los dos días dejan de seguirte para que su estadística de seguidores/seguidos vaya mejorando: se engañan a ellos mismos. Pero también están los que se quedan, de los que continúo aprendiendo y hasta compartiendo grupos de escritura. 

Continué con Instagram: también hay seguidores espuma pero en menor medida. Creo que aquí si se valora si eres más o menos activo y el contenido del canal, algo que no era mi punto fuerte. Se nota que ganas/mantienes seguidores conforme crece tu actividad y, he de decir, que hay perfiles muy pero que muy interesantes, y que gracias a esta herramienta he conocido a personas muy interesantes, personas que me han ayudado con el libro, como Christian Martínez SilvaPablo Yagüe o Alicia Moll.

Pero no todo lo que reluce es oro, e Instagram no es la excepción: es curioso como hay perfiles de escritores (1), que ofrecen a su vez servicios de corrección ortotipográfica y de estilo (2), maquetación (3), etc. y que en sus ratos libres hacen reseñas (4) de libros (ojo, cada dos-tres días) todo ello sin dejar de subir contenido a las redes y, si mis cuentas no fallan, creo que hasta comen y duermen.... pero este es otro tema que si queréis trataremos más adelante, sin mencionar a nadie, claro...

Lo cierto es que intenté mantenerlas a flote lo que pude, pero en contra de los «experimentados» escritores/instagramers que tenían tiempo para todo, decidí que debía entregar cada minuto a esa gran historia a la que iba dando forma.

Ahora, con la novela en fase de corrección, me permito unos minutitos para contaros esta breve pero intensa historia de «escritor» a través de este blog. Espero que os guste y que la historia deje de ser breve... 

Creo que ya es hora de ir desvelando detalles de la novela..... ¡¡volveré pronto!!

PD: No sé si algún día desvelaré mi identidad, ¿quién sabe? lo mismo os lleváis una sorpresa.

¡Ah! Y leed siempre. 

viernes, 12 de noviembre de 2021

La primera página

Vale, ya me había "formado"... había aprobado el teórico y ahora tenía por delante un duro examen práctico conmigo mismo. 

He leído que lo difícil es empezar y, por ello,  que es lo primero que hay que hacer, sea bueno o malo, pero hacerlo como si no hubiera un mañana. No desmentiría esta afirmación, pero cada persona/escritor es un mundo, y, en mi caso, preferí empezar poco a poco, con buena letra, como se suele decir. Temía escribir algo que no me gustase, algo que me hiciera pensar que yo no valía para esto, así que, tras darle dos mi ochocientas diez vueltas, pulsé la primera tecla.

No sé si es que aquella noche estuve inspirado o si es que verdaderamente valía y solo tenía que ponerme a plasmar mi imaginación sobre el teclado, confiando en que todos los libros que me había leído hasta la fecha me harían el camino más fácil. 

Debió ser así, porque escribí el primer capítulo del tirón (tengo que decir que era de unas 400 palabras). Oye, pues tiene su mérito. Por cierto, si quieres ser escritor, acostúmbrate a contar palabras, no páginas...

Volviendo a la primera página: Me encantó. Me gustó mucho cómo se había quedado aquel primer capítulo, tanto que a partir de entonces solo quería escribir, continuar la historia, mantenerla viva. 

Aparecieron los miedos: Que si me iba a quedar sin ideas. Que si se me apagaba el ordenador y perdía todo lo escrito (estuve guardando cada párrafo hasta que descubrí que Scrivenner tenía programado el autoguardado). Que si solo me iba a gustar a mí.. etc. Pero la historia que estaba creando era lo suficientemente fuerte como para sobreponerme a esos miedos. Mis ganas de sacarla adelante y que viera la luz hacían que escribiese con pasión y, cuando no lo hacía, grababa audios con la grabadora del móvil y/o en un grupo de WhatsApp conmigo mismo hablando sobre los próximos capítulos de la novela. Algunos de esos audios eran podcast, más que audios, que luego se me hacían eternos a la hora de escuchar (gracias señor del WhatsApp por la opción de acelerar la reproducción).. continuaba con mis paseos y posteriores duchas inspiradoras, consultaba con la almohada posibles giros a la novela, formas de volver loco al lector, etc. En definitiva, volqué mi tiempo en la novela y, por desgracia, tenía por delante unos meses "sabáticos". Pero cuando uno invierte su valioso tiempo en lo que realmente le apasiona, desearía poder pararlo. Es increíble lo rápido que puede avanzar.

Al mismo tiempo, continuaba mi formación en la web y, en un par de semanas, había pasado de tener  algunas anotaciones en post-it y libreta a dominar las reglas de los guiones, tener una escaleta y varias fichas de personajes ya cumplimentadas. Seguía los sabios consejos de otros escritores que compartían sus experiencias por redes, así como yo también espero poder ayudaros a vosotros. 

He olvidado comentar el ingrediente principal para escribir un libro: tener fe en ti mismo. 

PD: Leed siempre.

lunes, 8 de noviembre de 2021

Escribir

¿Y cómo se pone alguien a escribir de la noche a la mañana? Aunque parezca sencillo, no lo es.. 

Lo primero que hice, como buen principiante, fue prepararme el escenario: 

- Reservo un momento del día (empiezo con una horita, vamos poco a poco).
- Cargo el portátil a tope (no se vaya a ir la luz y me deje a medio..)
- Me encierro en una habitación (a ser posible rodeado de libros, que algo ayudará... pienso yo)
- Cierro la cortina, que entre luz suficiente pero no se vea el exterior (no me vaya a distraer)
- Cierro un poco más la cortina (no me vayan a ver desde fuera y me plagien la obra)
- Abro el portátil, y rápidamente el Word (esquivando otras opciones como el navegador)

Y ahí lo tengo, el cursor intermitente frente a mí, sobre una página en blanco que parece un A1 en vez de un A4... Ahora sé que le llaman síndrome del folio en blanco a esa escena...

Parecía más fácil. 

Mientras miraba el cursor, cientos de ideas empezaron a rondar mi cabeza, por lo que decidí minimizar el Word y comenzar por lo primero que hay que hacer antes de realizar una tarea de esas características: planificación, organización y por supuesto, dejarse aconsejar. 

Hay decenas de blogs, páginas y otros miles de perfiles de redes sociales que hablan sobre cómo escribir un libro, a cada cual mejor. En mi caso, fui saltando de página en página cual abeja polinizadora, cogiendo de cada una lo que creí necesitar. Visité muchas, pero me guardé dos:

https://www.excentrya.es/35-cosas-debes-saber-escribir-libro/

https://escritorknowmada.com/7-utiles-programas-y-herramientas-para-escribir-y-preparar-tu-libro/

Y cierto es que me ayudaron. Seguí su consejo y también los conocimientos de Clara Tiscar en YouTube para descargarme Scrivenner. 

Yo soy usuario de Office desde hace muchos años, pero tengo que deciros que la sensación de confianza que me transmite Scrivenner es diferente al programa de Microsoft con el que tantos quebraderos de cabeza o pérdidas de información he sufrido... pero casi lo más importante, es que quería un programa "especial", "diferente", para desconectar de algún modo del exterior y centrarme en la escritura cada vez que lo abriese y he de deciros que me funcionó a la perfección. 

Os pongo el enlace por si queréis echarle un vistazo, y también podéis buscar a Clara en YouTube. 

https://www.literatureandlatte.com/scrivener/download

Por cierto, no conozco a nadie de los mencionados anteriormente. Lo he hecho para que sepáis dónde fui "formándome" en mis comienzos... junto con el sabio consejo de otros escritores que compartían sus experiencias por redes, que, como digo, hay muchos y muy buenos, pero no puedo nombrarlos a todos.. 

Unas cuantas semanas después, tras horas de "formación online" muy productivas, fueron apareciendo en mi escritorio folios llenos de palabras ilegibles, post-it y hojas arrancadas de una libreta llena de tachones que conformaban una historia que empezaba a ser real. Durante el día, los paseos necesarios para mi salud pasaron a ser también paseos inspiradores, aunque he de decir, que el lugar donde me llovían las ideas era en la posterior ducha. No sé qué tendrá el agua después del ejercicio, pero aparte de dejarme como nuevo, revolucionaba mi parte creativa y hacía que tuviese que salir rápido de la ducha para anotar en algunas de esas hojas arrancadas tan improvisada idea. 

Y llegó el día, (hablamos de verano '20), repetí todo el protocolo y me presenté en el escritorio, saqué el portátil de entre tanta hoja, abrí mi aplicación de Scrivenner y comencé a escribir

PD: Leed siempre.

viernes, 5 de noviembre de 2021

¿Quién me metió la idea en la cabeza?

 Mi mujer. Sí, ella. O, mejor dicho, mi novia. 

Hace ya unos cuantos años, cuando éramos esos típicos adolescentes que no le tienen miedo a nada, inocentes, intocables y despreocupados (por desconocimiento de lo que se nos podía venir encima... bueno, sí, solo una preocupación, comportarte moderadamente bien al menos de jueves en adelante, para que tus padres tuviesen a bien entregarte la merecidísima paga semanal), el destino, el karma, los planetas y todo lo alineable, tuvieron que cortocircuitarse para que una adolescente como ella se fijase en "un pieza" como yo...

Bendita la hora.

Aquello cambió mi vida. Yo estaba predestinado a peón de obra (con suerte) en busca de un salario rápido, sin tener que esperar varios años a tener estudios, ¿para qué? si amigos míos ya estaban ganando lo que yo esperaba ganar en 8-9 años una vez terminase la carrera... y qué curioso el destino, ahora mis amigos y yo ganamos la mitad de lo que soñábamos. Albañiles buscando trabajo, médicos en bolsas interminables y abogados arrimando material en la obra. Digamos que curioso no es el adjetivo que deberíamos ponerle al destino, a mí me gusta más "caprichoso". 

Pero bueno, que me voy por las ramas.

Ella hizo que continuase con mis estudios, su poder de convicción y el verla a diario en el instituto fueron suficientes. Terminé Bachiller (ojo, la asignatura que menos me gustaba era Lengua y Literatura) y comencé un grado superior en administración, y ahí fue donde descubrí (tarde) que no hay mejor herramienta de estudio que leer sobre lo que te gusta. Ni técnicas de memorización ni trucos: estudia lo que te apasione. 

Desde siempre, yo había leído mucho. Mi padre, que subía cada noche las escaleras detrás de mí con un libro en la mano, me descubrió tan maravillosa afición. Nos acostábamos al mismo tiempo y ambos encendíamos el aplique de la mesilla a la vez. Él, libros que yo no podía coger con una mano. Yo, la colección de clásicos que venían de suplemento con el periódico el País; y así se lo transmití a ella, poniéndole al mismo tiempo muy fácil aquello de buscarme regalo para los cumpleaños (por ejemplo, Los pilares de la tierra). 

Qué bueno es Ken Follet. Con el libro en la mano, pensé <<Ya tiene que ser bueno para entretenerme durante tanta página>>. Lo es. 

Otro regalo, en este caso de comunión, fue el que me enganchó a la lectura, y no quería terminar este post sin mencionarlo. De eso hace ya 26 años y la verdad es que no recuerdo quién me lo regaló. No sé si fue por puro azar o siguiendo alguna recomendación, pero le estaré eternamente agradecido. Una edición muy bonita del primer libro, por aquel entonces, escrito en dos colores. Quizá alguno ya sepáis de qué libro se trata: sí, uno que también tuvo en sus manos Bastian Baltasar Bax: La historia interminable, de Michael Ende. 

Como veis, rodeado de libros e historias y ante la falta de recursos para regalarle a mi novia un viaje a París, por ejemplo, pensé <<¿Porqué no le escribo una carta?>>. Sí, lo sé, de original tiene poco, pero tampoco era algo que se viese todos los días. 

No le gustó. Le encantó. Tanto, que casi me obliga a escribirle una cada cierto tiempo, como si de un editor se tratase. 

Le escribí varias (todavía conserva la mayoría), hasta que un día me dijo: <<Tienes que escribir un libro. Tú vales para esto>>. Algo que a mí en aquel momento me parecía inviable, por tiempo (y no tenía nada que hacer), por dificultad (ahí sí), por falta de ideas (ahora me sobran) y por miedo a que a nadie le gustase (eso nunca desaparece). Le dije que sí, pero conseguí eludir aquella titánica tarea durante 17 años. 

Si utilizásemos el símil de la maternidad, diríamos que mi reloj biológico saltó durante el confinamiento provocado por el COVID. Horas encerrado entre cuatro paredes, esquivando objetos voladores en forma de coches y peluches que iban directos a mi cabeza, lanzados con toda la inocente malicia del mundo por una niña de 1 año, debieron de activar esa tarea que tenía pendiente durante tanto tiempo y que ahora no veía tan difícil. 

Se lo recordé a ella, y no se le había olvidado. Me animó a hacerlo y durante semanas sufrió mis ideas, desechó algunas barbaridades y aplaudió maravillas, llegando a forjar una historia que, siendo tan buena, temí no saber escribirla... hasta que un día dije: <<Estoy listo. Puedo y debo hacerlo>>. 

PD: Leed siempre.

martes, 2 de noviembre de 2021

¿Por dónde empezar?

No sé por dónde, la verdad. Tengo tantas cosas que contaros que debería hacerme una escaleta para no dejarme nada en el tintero. Sí, una escaleta. Seguro que muchos de vosotros ya sabéis lo que es. Yo hace algo más de un año, no. 

En este último año han pasado muchas cosas: desde el diagnóstico de una grave enfermedad hasta una pandemia mundial, pasando por situaciones familiares y laborales que, como diría Michael Ende, son otras historias y deben ser contadas en otra ocasión.

El objetivo de este blog, no es otro que contaros cómo en este último año he pasado de leer historias, a contarlas. No ha sido fácil y, como todo lo que merece la pena en esta vida, conlleva trabajo y sacrificio. 

Pero como decía, ha merecido la pena. Hoy, sentado en el mismo lugar que cuando comencé a planteármelo: sobre la alfombra y apoyando la espalda sobre el sofá, estoy a punto de publicar mi primera novela. 

Quiero contarlo todo y sé que me lo agradeceréis. Cómo de la noche a la mañana, palabras como beta readers, escaletas, scrivenner, narrador omnisciente y demás barbaridades, empezaron a formar parte de mi vida. 

Entre todas ellas, se mezclaban otras que no me apetecía escuchar, como marcadores, linfomas, porcentajes, defensas y otras que no merecen mencionarse, pero que por desgracia me tocó incluir también en esa lista de palabras aprendidas. 

Os invito a que conozcáis mi historia. En unos días, publicaré una nueva entrada de esas que comienzan por "todo comenzó"... 

PD: Leed siempre. 


Cuidado con lo que deseas...

Porque puede hacerse realidad... Seguro que habréis oído esta frase infinidad de veces; yo también, pero, hasta ahora, no había comprobado s...